Conoce los diferentes problemas que ocasiona el tabaco, cómo puedes dejar de fumar y los beneficios que produce conseguirlo.
En nuestro Centro Especializado en el Tratamiento de Adicciones en Madrid, Centro Acción, hemos podido comprobar a lo largo de nuestra experiencia en todo lo que tiene que ver con el mundo de las adicciones como, numerosos pacientes a los que hemos ayudado a recuperarse de su enfermedad, no le daban importancia al consumo de tabaco, minimizaban los riesgos y las consecuencias que podía tener dicha conducta para ellos mismos. Este ejemplo se puede generalizar a la manera de pensar y actuar de la población general.
Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), el tabaco mata a más de la mitad de las personas que lo consumen, llegando a 8 millones el número de muertes al año por esta causa. De estos, 7 millones son como consecuencia de su consumo directo y, alrededor de 1 millón de personas mueren por ser fumadores pasivos, es decir, inhalan el humo indirectamente.
Además, el tabaco es un factor que afecta a la economía ciertos hogares ya que, debido a su gran poder adictivo, en muchos casos se antepone la compra de tabaco a la de bienes de primera necesidad.
Como ocurre en el caso del consumo de bebidas alcohólicas, el tabaco es una droga legal y socialmente aceptada, lo que facilita a la gente que las consume a normalizarlas y justificar su uso e incluso abuso.
Además, en contra de lo que habitualmente se piensa del consumo de tabaco y alcohol, en ninguno de los dos casos existe un consumo mínimo seguro o beneficioso. No existe una dosis recomendable de consumo de tabaco. Cualquier cantidad que se consuma, incluso si es de forma pasiva, supone un riesgo.
El humo del tabaco contiene más de 7000 productos químicos. De ellos, más de 250 componentes son dañinos y, de estos, al menos 69 correlacionan con la aparición de cáncer.
El tabaco procede de la planta llamada “tabaco”, siendo esta secada y fermentada para su consumo. El tabaco se puede presentar de diferentes maneras, dependiendo de cómo se quiera consumir, se puede fumar, masticar o esnifar. La hoja de tabaco contiene “Nicotina tabacum” más conocida como nicotina. La nicotina es un compuesto orgánico altamente adictivo. Además, pasa rápidamente a la sangre y, desde ahí, estimula las glándulas adrenales que serán las responsables de liberar la hormona epinefrina (adrenalina). Esta hormona estimula el sistema nervioso, la presión arterial y la frecuencia cardiaca y respiratoria.
La nicotina aumenta la cantidad de dopamina en el cerebro y, como consecuencia, afecta a la sensación de placer como ocurre con el consumo de otras drogas. Algunos de los compuestos químicos que forman el tabaco como el acetaldehído, pueden hacer más intensos los efectos que la nicotina tiene sobre el cerebro y su funcionamiento. Esto hace que se refuerce la sensación de placer por la liberación de dopamina y, por lo tanto, aumenta las probabilidades de repetir el consumo.
Por los relatos que nos han contado nuestros pacientes en nuestro tratamiento de adicciones, en un inicio, el tabaco lo suelen usar como algo lúdico y esporádico, pero, con el tiempo, lo tienden a utilizar para reducir y manejar emociones que perciben como negativas como puede ser la ansiedad, la frustración, la vergüenza… Aprenden a utilizar un cigarro como herramienta para manejar una llamada, un enfado, una alegría, una situación incómoda, una relación sexual, una buena cena, etc. Se pueden llegar a convertir en personas dependientes del tabaco, incluso para salir de la cama por las mañanas.
Son varias las enfermedades que el consumo de tabaco puede originar, entre las que están:
• Cáncer de pulmón, de vejiga, de riñón, de colón, de boca, etc.
• Osteoporosis.
• Daña todos los órganos, afectando a la salud en general de la persona.
• Apoplejía.
• Aneurisma de la aorta.
• Disfunción eréctil.
• Dificultades para poder quedarse embarazada.
• Bebés prematuros.
• Abortos.
• Muerte súbita de los bebés con madres fumadoras.